La red del mercado
08/07/2024Faviola Ramos
@Faviola Ramos
Nos complace presentar en OLAJ la sección “AgroMujer”, los roles que las mujeres han venido jugando y cómo el papel de la mujer se ha estado transformando dentro y fuera del campo; visto no solamente como parte fundamental en la producción de autoconsumo, garantizando la seguridad alimentaria de la familia; sino a lo largo de los años se ha estado luchando por mejorar las condiciones laborales y de oportunidades en el campo del emprendimiento. Siendo ellas portadoras de soluciones tanto de forma directa e indirecta en cada uno de los eslabones de las cadenas de valor agroalimentarias.
La mujer en América Latina participa el 20% en la fuerza laboral agrícola. Datos del INEGI México en el censo agropecuario del 2022 no dicen que hay 32.1 millones de hectáreas de uso agrícola. El 16.2% representa la mano de obra por mujeres (aproximadamente 323 mil jornaleras en el 2021 según la FAO), viviendo la desigualdad en el pago o sin recibir pago por el trabajo, así como otros retos solo por el hecho de ser mujer, tales como labores domésticas, cuidados en el hogar, entre otros, mismos que no son renumerados e invisibilizados. Sin dejar de mencionar los problemas recurrentes que se viven en el campo mexicano, como altos costos de insumos y servicios; cambios climáticos que han dado como resultado bajos rendimientos de cosechas; perdida de fertilidad de suelos y la inseguridad que se vive en los territorios.
Las condiciones actuales que se tienen en México y Latino América abren ventanas de alternativas para mejorar las condiciones laborales, tanto de la mujer como la generación e implementación de soluciones a los retos del campo; la muestra se tiene en la participación y liderazgo de las mujeres, aumentando los agro emprendimientos, diversificando las fuentes de ingresos en los hogares, así como incrementando las oportunidades laborales locales en los territorios. Cabe mencionar que la participación también se ha incrementado en el ámbito científico, académico e ingenieril, con el desarrollo e implementación de innovaciones tecnológicas, así como en el desarrollo de habilidades blandas logrando incidir hacia una sociedad mucho más consciente del entorno en el que se vive.
Sin dejar de lado que se requiere la formación constante de la mujer partiendo de la niñez, reconociendo sus derechos al interior de las familias, seguir sumando esfuerzos como sociedad para impulsar cambios estructurales radicales en la defensa de los derechos de la mujer, incluidos los derechos correspondientes a la propiedad de la tierra. Mucho nos queda por hacer y compartir todas esas historias de mujeres que han logrado sus sueños y siguen inspirando a otras para lograr los suyos.
El campo, los territorios rurales y su gente son la verdadera esperanza de México, pero ojo siempre y cuando cambiemos de paradigmas y creencias de cómo hemos venido haciendo las cosas, más conciencia y menos surrealismo en las acciones del presente, paremos de normalizar el pisoteo a los valores familiares.